¿Legalizar para pacificar?

Imagina que un día todas las piezas necesarias se alinearon y producir, transportar, transformar, comercializar y consumir marihuana ya son actividades legales. Es posible que ese día esté cerca, pues actualmente se castiga con cárcel la posesión de más de cinco gramos de marihuana, pero en comisiones del Senado se debate aumentar el límite hasta 28 gramos. Además se considera la creación del Instituto del Cannabis para la Pacificación y Reconciliación del Pueblo (luego llamado el Instituto Mexicano del Cannabis) buscando “fomentar la paz y la seguridad de la sociedad, disminuir la corrupción y la violencia al disminuir el mercado ilegal y, con ello, el crimen organizado”. Pero ¿estamos seguros de que legalizar la marihuana va a reducir el crimen organizado? 

El impacto de legalizar la marihuana, en cuanto a la violencia, es un área sumamente gris. Aunque muchas veces se asume que la legalización traería consigo una reducción casi automática en la violencia y un proceso de pacificación, no hay muchas evidencias para asegurarlo. En algunas ocasiones se hace referencia a casos como Ámsterdam, Canadá, Portugal o Colorado, que al tener acceso legal a la marihuana (o algunas otras drogas), no tienen un índice tan alto de violencia como el de nuestro país. Sin embargo, el crimen organizado en México no es un problema comparable al de lugares en los que no tienen cárteles poderosísimos, presentes en zonas del país por décadas, que generan ingresos al país de la misma magnitud que las remesas, que tienen un intenso reclutamiento forzoso y que obliga a casi medio millón de adolescentes y niños a formar parte de sus filas, usualmente con roles de vigilantes o sicarios. Los sistemas sociales de México y de Portugal o de Canadá no parten del mismo punto y por ello, no necesariamente tendríamos los mismos resultados con la legalización. Y en Uruguay, por otro lado, se observa un aumento alarmante en sus niveles de violencia y la legalización no parece haber generado un país más pacífico. ¿Por qué en México entonces asumimos que la legalización sí es una estrategia para la pacificación?

Usualmente se hace referencia a la «legalización de las drogas» sin especificar cuáles. En Ámsterdam, por ejemplo, es ilegal consumir cocaína, LSD y heroína, además de que el consumo de marihuana es controlado (por ejemplo, entre muchas restricciones, la venta es solo para adultos, en pequeñas porciones y en establecimientos selectos, sin posibilidad de hacerle anuncios) mientras que en Portugal todas las drogas fueron despenalizadas. Hablemos de la marihuana y su legalización en México.

Hay dos maneras en las que se reduce la violencia en un país. O se reduce el número de criminales (es decir, algunas personas son aprehendidas, se incorporan a actividades legales y dejan de ser criminales o mueren y no son reemplazadas por un proceso de reclutamiento) o se reduce la violencia que genera cada criminal (es decir, la misma cantidad de delincuentes actúan, pero con menor violencia, es decir, como un «siguen robando, pero ahora roban menos»). Un proceso de pacificación significa se reduciría el número de criminales o que los mismos criminales serían menos violentos, y ninguna de las dos reducciones es obvia gracias a la legalización de la marihuana.

Los miembros del cártel toman decisiones

Pensemos qué va a suceder con un criminal cuando legalicen la marihuana. Ese día, un miembro del cártel debe de decidir, en primer lugar, si sigue en el negocio de la marihuana; y en segundo lugar, debe de decidir si deja también todas las «otras actividades» ilegales que estaban relacionadas al tráfico de marihuana, pues posiblemente ya no es necesario hacerlas (como tráfico de armas, que tal vez ya no son necesarias si la persona ya no requiere hacer uso de la violencia para realizar su trabajo). 

El criminal tiene dos decisiones que tomar (comercializar o no la marihuana; y continuar o no con sus actividades ilegales) y como las dos decisiones son binarias, hay cuatro escenarios, en los cuales asumimos que el criminal hará lo posible por mantener sus ingresos. ¿Qué pasaría en cada uno de esos escenarios y qué representan? 

Los cuatro escenarios que dependen de las decisiones del cártel.

Escenario 1 – el cártel sí sale del mercado de la marihuana, pero no evita otras actividades ilegales. El cártel decide salir del mercado de la marihuana, pero ve mermados sus ingresos y compensa sus pérdidas mediante actividades ilegales sobre las cuales se ha especializado, tiene conocimientos y ha formado una poderosa red de actores y vínculos, como el secuestro, la extorsión, la falsificación, la tala y minería ilegales, la industria del aguacate, el tráfico de órganos, de especies silvestres o la producción, traslado, cruce de frontera y venta de otras drogas, como el fentanilo. El fenómeno se conoce como «desplazamiento» y no implica ni una reducción en el número de miembros del cártel ni una reducción en su impacto (sino al contrario, implica tal vez más violencia al dedicarse a otros delitos que pueden resultar más violentos como la extorsión o el secuestro).

Escenario 2 – el cártel sí sale del mercado de la marihuana y sale de otras actividades ilegales. El cártel decide salir del mercado de la marihuana. Con la salida del cártel del mercado de la marihuana, decide también salir de cualquier otra actividad ilegal. El cártel compensa sus pérdidas financieras mediante otras actividades legales, por ejemplo, la persona que se dedicaba a la siembra y cosecha de la marihuana ahora se dedica a sembrar otras semillas; la persona que se dedicaba al traslado de marihuana ahora mueve otros productos; y el que era vendedor ahora abre una tienda de abarrotes o se dedica a manejar un taxi. El fenómeno se conoce como «disuasión» y aquí sí implica que hay menos criminales y, con ello, menos violencia.

Escenario 3 – el cártel no sale del mercado de la marihuana y no sale de otras actividades ilegales. Con la legalización de la marihuana, los cárteles no salen del mercado de la marihuana ni de otras actividades ilegales. Este escenario ha sido observado con la legalización en Uruguay y es muy factible si la marihuana, aunque ya sea legal, sigue representando ingresos para el cártel (si por ejemplo, tiene un costo muy alto para el consumidor y el cártel logra ofrecerla -libre de impuestos- en el mercado negro, a un precio menor). En este escenario, la motivación para formar parte del cártel sigue siendo exactamente la misma, pese a la legalización de la marihuana, así que no se reduce el número de criminales. Además, la disputa sigue siendo entre distintos cárteles para controlar territorios, para reclutar, para cruzar la frontera y el conflicto entre ellos y el estado mexicano sigue generando violencia, así que tampoco se reduce el impacto. 

Escenario 4 – el cártel no sale del mercado de la marihuana, pero sí sale de otras actividades ilegales. El cártel no sale del mercado de la marihuana, pero sale de cualquier otra actividad ilegal. Este escenario es la legalización, no solo de la marihuana, sino de las actividades del cártel. Gracias a la legalización, lo que antes era una cadena de suministro basada en la violencia y el miedo, hoy se convierte en una próspera y legal industria. Los que ayer, mediante armas amedrentaban al estado y al pueblo mexicano, hoy se incorporan a la industria de la marihuana, ya sea en su cosecha, traslado y transformación, en marketing y diseño, logística o en ventas de ese sector. El que ayer era el jefe del cártel que calcinaba a sus víctimas, es hoy el CEO de esa empresa. Los que antes eran criminales, hoy dejan de serlo y con ello, hay menos delincuentes en las calles y menos violencia.

Los cuatro escenarios que dependen de las decisiones del cártel y su impacto en cuanto a violencia.

De los cuatro escenarios, solo si al legalizar la marihuana, el cártel decide dedicarse a otra actividad que sea legal y ya no dedicarse a la marihuana (escenario 2) o si deja otras actividades ilegales para dedicarse de lleno a la industria de la marihuana (escenario 4) esperamos menos violencia como resultado. Pero el problema es que, en dos de los cuatro escenarios, esperamos igual o más violencia que la que tenemos ahora. Si con la legalización, el cártel se ve motivado a dejar la marihuana, pero también a desplazar sus actividades a otras en las cuales tiene conocimiento como la extorsión y el secuestro (escenario 1), o si la legalización tiene un impacto reducido en el cártel y no los motiva ni a salir del mercado de la marihuana ni de otras actividades ilegales (escenario 3) entonces legalizar no reduce la violencia.

¿Y cuál sería el escenario para un cártel mexicano?

Es imposible saber cuál de los cuatro escenarios sucedería en caso de legalizar la marihuana en México. La situación para cada cártel es diferente pues tienen estructuras e ingresos diferentes y depende, en gran medida, de qué tanto el cártel se dedica al mercado de la marihuana y cuál es su capacidad de reemplazar ese ingreso con otras actividades. Si el ingreso del cártel no depende primordialmente de la marihuana, es posible que el escenario 1 sea más factible: la legalización tiene un impacto reducido y los cárteles salen del mercado de la marihuana pero compensan ese hueco con otras actividades ilegales. Para el cártel, adaptarse rápidamente a que la marihuana ya es legal, no representaría prácticamente ningún esfuerzo.

Por otro lado, si el ingreso del cártel depende en gran parte del mercado de la marihuana, es posible que el escenario 3 sea más factible, al menos en el corto plazo. El cártel no sale de otras actividades ilegales (por más pequeñas que sean) ni del mercado de la marihuana, pues en ello se han especializado y tienen la capacidad y la industria para competir contra los impuestos y regulaciones que se le impongan a la marihuana y seguirán cruzando sus productos sobre la frontera. Es decir, el cártel sigue formando parte del mercado negro de la marihuana, aunque fuera legal. Ahora bien, si ese día en el que la marihuana es legal, los trámites que se le impone a los marihuaneros no son muy costosos, muy lentos o muy complicados, si en el proceso se considera a los campesinos, y si vender marihuana en el mercado negro no es más redituable para el cártel y más barato -o accesible- para el cliente debido a los impuestos y fricciones que se le impongan, es posible que lentamente se transite al escenario 4, en el que hacen de la red y estructura del cártel, una empresa legal. 

El escenario 2, en el que gracias a la legalización el cártel deja todas las actividades ilegales es muy poco factible bajo cualquier escenario, pues un miembro del cártel no tiene mucha experiencia o entrenamiento en actividades no delictivas, así que no es fácil compensar los grandes ingresos que deja el narcotráfico mediante actividades legales. Posiblemente solo algunos miembros del cártel, como los campesinos, tienen una actividad económicamente productiva que es similar a la siembra de la marihuana y que les puede generar ingresos similares, como la siembra de otros productos, como el aguacate.

Se estima que el tráfico de todas las drogas representa entre 25 y 30% de los ingresos de un cártel y de esos ingresos, casi la mitad corresponde a cocaína y opiáceos, es decir, que la marihuana representa menos de 10% de los ingresos de un cártel (aunque pueden llegar hasta 30% según algunos estudios), y desafortunadamente, todas las otras actividades generan mayores ingresos. Además, debido a que cada vez hay mayor oferta en Estados Unidos, el negocio de la marihuana se vuelve menos rentable e incluso ha motivado a que algunos cárteles se diversifiquen a otras actividades, incluyendo el cultivo de amapola

Como estrategia contra la inseguridad, es posible que la legalización genere competencia y con ello más violencia y en muy limitados casos y en el mediano o largo plazo, una industria legal y formal a partir de la estructura de algún cártel y con ello, una reducción en la violencia. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, la legalización tendrá un impacto nulo o incluso negativo en cuanto a la seguridad del país y ello, principalmente si la legalización es solo vista como una solución a la violencia, sin tomar en cuenta a los productores, la cadena de producción y suministro, y a los consumidores en ambos lados de la frontera. Y desafortunadamente ello no tiene nada que ver con el producto en sí, sino con las estructuras criminales que hoy día tenemos en nuestro país.

Entonces ¿legalizamos o no?

La legalización de la marihuana (y la de otras drogas) puede traer beneficios muy relevantes. Por ejemplo, al legalizarla, se puede hacer de la marihuana un negocio rentable, se puede garantizar su calidad y regular sus cadenas de producción y suministro, y además, cobrar impuestos. Las fuerzas de seguridad se pueden enfocar en perseguir grupos criminales y no en detener a narcomenudistas o en hacer decomisos. Además, un beneficio sumamente relevante es que se deja de criminalizar a los consumidores. En Portugal, por ejemplo, se observó una caída en los casos de sobredosis, y en infecciones transmitidas mediante inyecciones una vez que se despenalizaron las drogas. El negocio puede generar grandes (y ahora legales) industrias o incluso una paraestatal que haga de la marihuana el «oro verde» del país. Legalizar la marihuana también permitiría que se deje de criminalizar a campesinos que, en algunas ocasiones, son obligados a sembrar marihuana de manera ilegal.

Legalizar la marihuana podría también tener algunos impactos negativos, por ejemplo, podría aumentar su accesibilidad, y consumo, como sucedió en Uruguay y en Estados Unidos, particularmente su uso excesivo (aunque la legalización de las drogas en Portugal no implicó un aumento relevante en su consumo) y tener un impacto negativo en la salud de sus consumidores. La legalización puede reducir la percepción de los efectos nocivos que tiene la marihuana y con ello, hacerla más deseable para su mercado. Una mala legislación, además, podría excluir a los campesinos de la cadena de producción y dejar el negocio solo a algunas transnacionales, interesadas en el negocio y no en el proceso de pacificación.

Y al mismo tiempo, legalizar tiene también algunas áreas muy grises que vale la pena discutir y entender los retos que traería consigo. Por ejemplo, ¿cuál sería el impacto de legalizar la marihuana y cómo lo pensamos prevenir en cuanto a seguridad vial? Así como tenemos alcoholímetro, ¿tendríamos otros sistemas de detección y prevención para el consumo de marihuana de conductores? ¿Se permitiría consumir marihuana de alguna manera que no sea fumada en espacios públicos? ¿Entonces en México se podría consumir marihuana -no fumada- en la vía pública, pero no se podría consumir alcohol? ¿Qué pasaría con todas las personas que hoy están detenidas por narcomenudeo? ¿Está nuestro país preparado para luchar contra las adicciones, pese a la reducción del presupuesto? En un país en el que niños y adolescentes tienen muy fácil acceso al alcohol y al tabaco, ¿cómo pensamos restringir que ellos tengan un fácil acceso a la marihuana? ¿Qué tipo de publicidad tendría la industria de la marihuana y a quién estaría dirigida? ¿anuncios en revistas y en la TV, como veíamos hace años sobre el tabaco, o publicidad dirigida específicamente a adolescentes en Instagram? ¿habría campañas dirigidas a menores de 18, o incluso a menores de 15, para que sean los clientes cautivos en unos años, explotando su vulnerabilidad? ¿Estamos en nuestro país preparados para legislar sobre las «marihuaneras», aunque no le hemos ganado mucho terreno a las tabacaleras, refresqueras y a la industria de la comida chatarra? ¿Cómo pensamos enfrentar a poderosas transnacionales que ven la legalización un jugoso negocio y no un proceso de pacificación?.

Legalizar la marihuana tiene retos muy serios y algunos impactos sobre los cuales vale la pena escuchar a personas expertas en distintos temas, desde especialistas en salud pública, adicciones, en adolescentes, en neurociencias, ciencias sociales y más y decidir si la legalización de la marihuana tiene más beneficios que costos sociales y cómo maximizar esos beneficios. Sin embargo, respecto a seguridad, no existen evidencias para asegurar que la legalización reduce el número de criminales o que la legalización reduce el impacto de los criminales y hasta es posible que se traduzca en más violencia. La ruta para la pacificación es otra, no la legalización de la marihuana.

Agradezco las valiosas sugerencias que hicieron Jorge Álvarez Máynez, Carlos Gershenson García, Humberto González Ramírez, Lucía Magis Weinberg, Mauricio Quiñones Domínguez, Mara Torres Pinedo y Carlos Vilalta Perdomo, aunque ello no significa que necesariamente están de acuerdo con las ideas presentadas aquí.

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